Pocos
de ustedes reconocerán la foto. Se trata del final de todos los
capítulos del "Hombre Increíble", la serie televisiva. En la secuencia
el doctor Bruce Banner "hacia dedo" buscando un nuevo destino en busca
de nuevas desventuras. Bueno, así me siento. Tras un largo período como
NC tengo la certeza de que mi destino exige otros caminos. En la mochila
llevo un par de récords como ser el único técnico que llegó a una final
con Chile además de ser el de permanencia más larga en el puesto.
Dentro también llevo demasiada frustración por no haber conseguido el
objetivo de levantar una copa. Sin embargo, el bolsillo pequeño está
repleto de tranquilidad por que sé que hicimos todo lo que estuvo a
nuestro alcance. Todo, absolutamente todo.
Puedo asegurarles que
junto a mis asistentes sencillamente vivimos el puesto. No creerían la
cantidad de jugadores revisados, la cantidad de horas destinadas, la
cantidad de mensajes, de planes, de tácticas, de todo, absolutamente
todo. Fueron dos años de mucho tiempo invertido y muchas cosas dejadas
de lado que tal vez pasen la cuenta. El cargo no sólo es un privilegio,
también una gran responsabilidad. Parecerá exagerado. Tal vez lo sea,
pero es la forma en que vivo las cosas. Para mi esta etapa no fue un
juego. Siempre estuve, para cada requerimiento, cada pregunta, cada
crítica. Me puse el desafío de unir a la comunidad y creo que hasta
cierto punto cumplí.
Pero llegó el momento. Como dice mi hijo
"mató", "era". En la vida uno tiene que aprender a estar pero también a
no hacerlo cuando el momento lo requiera. No espero ser recordado de
ninguna forma, seguramente no fui el mejor aunque tengo claro que
tampoco el peor. No dejé títulos, tampoco hazañas. Dejé simplemente una
forma honesta de trabajar que refleja mi manera de ver el mundo. Planté
respeto y también lo coseché, esa será mi gran ganancia.
Es
tiempo de otras ganas, de otras visiones, de otras suertes. Es tiempo de
que este veterano de paso a las nuevas generaciones y se siente a mirar
desde lejos. Fue demasiado el desgaste y llegué a un punto de
saturación que no creía posible. Necesito, pero de verdad, unas
vacaciones MZ. Sería tan genial como imposible. Algo así como decirle a
los cercanos "me voy unos días a la montaña porque me cansé de un juego
que nadie me obligó a jugar". Seguramente me internarían en un
psiquiátrico. La cuestión es que no hay tiempo ni espacio para eso. Hay
alguien que me está llamando con urgencia y que me reclama dedicación.
Ese alguien tiene nombre y apellido, se llama vida real.