Chile no
está en Rusia, lamentablemente...pero podemos decir que valientemente,
Chile ya estuvo en Rusia jugando un partido oficial...y no me refiero a
la Copa Confederaciones del año 2017, sino que nos trasladamos a 1973,
año de agitación política en Chile, pero también año de inicio de la "eliminatorias" para el Mundial de Alemania 1974,
al cual Chile quería volver, tras el éxito de 1962, su asistencia a
Inglaterra 1966, y su no concurrencia al realizado en México en 1970.
Tras ganarle a Perú, en mayo del 73, en partidos de ida y vuelta (las "eliminatorias"
en ese entonces se jugaban por grupos, y en el grupo de Chile estaba
Perú y Venezuela, pero estos últimos desistieron de participar), Chile
debía disputar un cupo con la Unión Soviética.
El 11/09 ocurre el Golpe de Estado en nuestro país, y Chile debía disputar su partido de ida ante los soviéticos un ¡26 de Septiembre!...o sea, el Golpe estaba fresquito.
En el país se había establecido un "toque de queda", de modo que no se
podía salir del país, pero afortunadamente para nuestra selección, se
consiguieron los permisos necesarios para que jugadores locales pudieran
viajar a ese lejano país, solo con una condición: que no hablaran de
política. Tras muchas escalas, llegan los jugadores a Moscú, para
reunirse además con los "internacionales" de la época, Carlos Cazsely y Elías Figueroa, quién volvía a La Roja después de 6 años de ausencia.
Chile se paró en cancha con "seis defensas, tres volantes de contención y yo adelante, solo contra el barrio", como recuerda Caszely. La táctica ultradefensiva dio resultado, ya que la Unión Soviética
no penetraba la férrea defensa chilena, y empezaron a tirar centros,
tal cual había sido planificado en el camarín chileno. Para despejar
centros, habían dos con oficio en la zaga chilena: Elías Figueroa y Alberto Quintano. Pero hubo un jugador soviético que sí se atrevió a más: el ucraniano Oleg Blokhin, estrella del Dínamo de Kiev y Balón de Oro en 1975, que comenzó a hacer una fiesta por la derecha del campo. Hasta que Don Elías se hartó, y "se le salió el uruguayo", en referencia a los años que había jugado en Peñarol. Después de que Blokhin pasara por enésima vez al lateral derecho nacional, Figueroa, le metió un tacle que sacó al soviético a la pista atlética del estadio Lenin. Después de esa "jugada especial", Blokhin dejó la punta y se ubicó como volante. El partido terminó 0-0, Chile rescataba un empate con sabor a victoria.
Para
mediados de noviembre de 1973, Chile había roto relaciones diplomáticas
con la Unión Soviética, sin embargo, el partido de vuelta seguía
programado por la FIFA. Desde Moscú solicitaron que se cambiara la sede
del partido, alegando temas de seguridad, pero Chile se negó a hacer
cualquier cambio en lo ya establecido. La vuelta, programada el 21 de
noviembre, nunca se jugó. La noche anterior al partido, los integrantes
de La Roja fueron comunicados que la selección soviética no se iba a
presentar al día siguiente. Que de hecho, ni siquiera había viajado a
Santiago. Por lo tanto, Chile, por default, estaba clasificado al Mundial del 74, pero según recuerda Cazsely, se les dijo (a los jugadores) que "la FIFA había ordenado que teníamos que entrar a la cancha, y que teníamos que hacer el gol".
El
ambiente en Santiago de Chile no era el idóneo para vivir un encuentro
de estas características. Al Estadio Nacional acude muy poca gente.
Algunos buscan noticias de algún familiar desaparecido. Apenas 15.000
personas, en un recinto con capacidad para 80.000. Los militares seguían
estando en posesión del lugar. Estaban en todas partes: en la galería,
en los túneles, en la entrada, por todo el estadio.
Entonces,
los 11 elegidos saltan al césped y el árbitro da el pitazo inicial.
Cuatro jugadores chilenos avanzan sin oposición y rival, pasándose el
balón entre ellos. Al llegar al área, tal y como habían acordado, es el
capitán, Francisco "Chamaco" Valdés, el que anota a
portería vacía. La farsa se termina. Chile disputará el Mundial de
Alemania de 1974. Pero no hubo celebración. Y para que esso 15.000 que
pagaron su entrada, no quedaban con las ganas de ver a la Selección, se
programó un partido, después de esta "farsa", con el equipo de Santos de
Brasil. Boleta para La Roja 0-5, presagio de como nos fue en el
Mundial. Sin duda, una de las jornadas más tristes de nuestro balompié
local.