Esta semana pasada quedé con mi amigo David para cenar en un restaurante que aun no habíamos probado ninguno de los dos pero que varias veces me habían recomendado; omitiré el nombre para no hacer publicidad gratuita desde el TZE, pero os diré que me gustó muchísimo, sobre todo la carta de vinos, la cual es muy extensa, nada comercial, y además disponen de servicio de maridaje, es decir, que también comercializan el vino a copas y te lo van poniendo a su gusto en función de cual resulta más adecuado a cada uno de los platos que has pedido. Añadir que la comida pese a que la carta es muy reducida, pues lo fuerte son los vinos, también fue muy de mi gusto y el de mi amigo, y la “Tarta de la abuela” que nos tomamos en el postre estaba exquisita. Sin duda volveré a este sitio.
Como siempre que veo a David, la cena fue entretenida, y la conversación muy variada, pero sobre todo, me impacto un tema que sacó el propio David y que hoy quería compartir con vosotros.
Ya sabéis que mi amigo David trabaja en un instituto, dando clase de matemáticas, pues bien, resulta que el otro día llegó a sus manos un folio de color azul donde estaban escritas las reglas de una competición, que al parecer habían promovido sus alumnos por todo el instituto, y que consistía en elegir al chico y chica más guapos.
Habían decidido que las chicas votaran al chico que les parecía más atractivo y que ellos hicieran lo propio con ellas, de forma que el chico y la chica que más puntos recibieran serían los “más guapos del instituto”.
Hablamos un poco sobre lo humillantes que son este tipo de “concursos” para los jóvenes que no destacan especialmente por su físico y que por tanto se ven apartados o incluso insultados por su posición final en una lista de lo más absurda. Y es que a veces todos podemos resultar muy crueles sin siquiera pretenderlo.
Tras unos minutos, nuestra conversación se centró en un tema un poco más filosófico, a la vez que un tanto menos grotesco, y de esta forma comenzamos a hablar de la necesidad de competir que está impresa en la naturaleza humana.
Y es que si atendéis a nuestra sociedad, veréis competiciones por todos lados, y además de todo tipo, desde competiciones deportivas nacionales, hasta competiciones menos glamorosas disputadas los sábados por la noche en la barra de cualquier bar y que tiene por protagonista a un grupo cualquiera de amigos que se atiborra a “chupitos” para ver cual es el que más aguanta.
Estoy seguro que lo primero que hizo el hombre en la prehistoria tras descubrir como encender una buena hoguera, fue organizar competiciones entre los diferentes poblados para ver cual de ellos era más rápido encendiendo un buen fuego. Pues, ¿Quién duda que hasta estos hombres prehistóricos competían entre ellos por la chica más bella del poblado?
En la historia podemos ver diversas competiciones que han superado la barrera del tiempo resultando evidentes, sirva como ejemplo las pirámides de Egipto, y diréis ¿Las pirámides una competición? Pues bien, desde mi modo de ver las cosas así era, y es que cada nuevo faraón quería una pirámide más grande que la del anterior para así demostrar su superioridad.
Sigamos hablando de historia, pues poco después fueron los griegos quienes inventaron las olimpiadas, auténticas competiciones deportivas para demostrar quien era el mejor en cada una de las disciplinas. Posteriormente los romanos, desde su especial punto de vista, interpretaron lo que ellos entendían por competición, y de esta forma se enfrentaban varios guerreros dentro del coliseo con su propia vida en juego.
Actualmente las competiciones más destacadas son sin duda alguna las deportivas, que hoy en día, como diría Marx, son “El opio del pueblo”. Así, una gran parte de nuestra sociedad se identifica con un equipo de futbol, con un tenista, con un corredor de fórmula uno o con un ciclista cualquiera.
Es gracioso ver como deportes que no son muy seguidos en un país, de repente cuando surge un representante digno para el país en cuestión, en este se multiplican los aficionados al deporte en cuestión. Y es que a todos nos gusta ganar, o al menos tener opciones de hacerlo, es una parte más de este espíritu competitivo que todos tenemos.
Además, podríamos concluir que los deportes tienen más aceptación cuanto más competitivos son, y es que a nadie le convence ni le gusta un espectáculo aburrido en el que los dos contendientes no sufren y se entregan en cuerpo y alma por su objetivo de conseguir la victoria final.
No obstante, las deportivas no son las únicas competiciones que entretienen a nuestra sociedad, hay otras muchas, como decíamos antes, y ahí reside el significado de esta reflexión, que como humanos organizamos una competición de cualquier cosa, los Oscar, los premios de la televisión, los de la radio, el festival de eurovisión, Miss Universo, Gran Hermano…
Sin ir más lejos, la fiesta de las fallas en Valencia es una prueba de esto, y es que esa semana se elije una falla infantil y una mayor a la que se coronan como campeonas, pero es que además se elije un ninot (una figura de una de las fallas) al que se le concede el premio de salvarse del fuego, además se elije también la mejor iluminación y el mejor “programa de fiestas”. Sin duda las fallas son una fiesta muy competitiva.
Hasta nuestro sistema político no es más que una sencilla competición en equipo, o al menos eso parece en muchas ocasiones, incluso da la sensación de que disputan el juego con una pelota que se van tirando de lado a lado.
Esto me ha dado una idea que voy a trasladar al redactor jefe del The Zone, y sería el votar una vez al año los premios “TZ de Oro”, donde seleccionaríamos entre los habitantes de nuestro pequeño mundo a los usuarios más representativos del año.
De esta forma podríamos conceder entre otros el premio para el “Más Forero” al que más haya participado a lo largo del año por este medio; el “Rompe huevo” (Como dirían los argentinos) para el usuario más pesado; el “Vitrina” para el que más trofeos haya logrado a lo largo de las últimas temporadas; el “Eterno candidato” al que se haya presentado más veces sin éxito para dirigir a la selección; el “Simulador” para el usuario más antipático del mundo mz…
Podríamos organizar una gala, como la de los oscar, para presentar estos premios en sociedad, pero como hay que ser consecuente con la situación de crisis en la que nos encontramos y el The Zone no es menos, para no incurrir en muchos costes, cada uno se tendrá que traer su propio bocadillo para la cena.
Así que ya sabéis, empezar a hacer puntos para ver si os lleváis alguno de estos premios, pues tal vez en el futuro serán más codiciados que la mismísima liga de primera división.
Cuidaros y no os peleéis mucho con el simulador ni con la nueva web al menos hasta la próxima vez que nos leamos.