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Hay palabras que emocionan, otras que provocan sentimientos de diversa índole y más de alguna que asusta. Estas últimas son las que pocos se atreven a invocar. Entre ellas una que de vez en cuando aparece en el horizonte deportivo. No es otra que fracaso. Según la RAE significa resultado adverso y eso es exactamente lo que cosechó La Roja al quedar eliminada ante Suiza en octavos de final del Mundial.

No importa que el equipo haya sorteado dos obstáculos complejos como la eliminatoria que incluía a Suecia o un grupo que compartía con Brasil y Estonia. Tampoco importa demasiado que lo anterior se consiguiera con un plantel ya completamente alejado de su pick, demasiado golpeado por los deterioros y sin opciones reales de recambio inmediato por los maxeos.

Da lo mismo. El asunto es que el cuerpo técnico se preparó para competir con lo que había y fijó la vista en el título aun sabiendo que parecía utópico. El resultado final simplemente estuvo lejos de esa meta por lo que puede y debe ser catalogado como fracaso.

Como revista nos hacemos cargo de ese término sin tapujos. Fue un final de temporada decepcionante para quienes queríamos ver otra vez a Chile disputando una final. De hecho muchos de quienes comandamos nuestros propios equipos tampoco tuvimos mejor suerte que la selección. Sin embargo, tenemos que ser coherentes y centrar el análisis no sólo en eso. También hubo de los otros. Unos pocos lograron sumar merecidos trofeos a sus vitrinas ganando alguna National o sus respectivas ligas. Entres estos últimos se encuentra un manager que logró coronarse por segunda vez en el CN al mando de Ñielol. Así es la vida, llena de contrastes que la condimentan y, de paso, condimentan nuestra revista.